Hay dos tipo de revoluciones: las que cambian el mundo de manera profunda y las que parecen sonar mucho y se apagan para siempre. La que nos ocupa –y de la que Florian Schneider es culpable– Krafwerk, sin duda es de las primeras; de esas revoluciones que perduran y mantienen el color, de las que no desgastan el brillo y reflejan luz como el primer día.
Sí, echar la vista al pasado, hace comprender por qué algunos estamos enamorados del futuro. Kraftwerk, tiene mucha culpa. (más…)