Scott, gracias.

Pasen, acomódense, siéntanse a gusto y libres para disfrutar de 43 minutos y 1 segundo de lo que puede ser uno de los álbumes del año. “Epoch” es el fin a las especulaciones, a los juegos con imágenes geométricas que invadían las redes, a diferentes singles que solo nos ponían -aún más– los dientes largos.

Estamos ante un largo que se hace muy corto, 11 piezas en las que Scott Hansen y su banda nos deleitan con lo que mejor saben hacer, provocarnos a fantasear, a imaginarnos bucólicos espacios y paisajes en los que resuenen los teclados y arpegios infinitos de, permítanme, esta puta banda. Un proyecto continuista de aquellos –también alabados hasta la extenuación– Dive (2011) y Awake (2014).

Un trabajo que nos hemos encontrado de sopetón gracias a esa nueva moda de no anunciar fechas, el factor sorpresa no ha hecho más que aumentar nuestra emoción al escuchar los bajos y punteos elaborados junto a Zac Brown y la magistral batería de Rory O’Connor.

Emocional hasta la médula, sería estúpido por mi parte empezar a hablar del álbum canción por canción, todo tiene sentido escucharlo de una tirada, ahora no podría valorar que me dice cada una de las piezas individualmente, en mi cabeza solamente funciona el modo bucle y lo hace en el sentido que marca el tracklist; me alegra ver como Scott se atreve también con el 4×4 en algunos tramos –os aseguro que me he imaginado a gente bailando Tycho– algo que también se agradece y a buen seguro acercará su sonido a más público.

Destacar también la acertada combinación que este artista multidisciplinar lleva a cabo entre la música y el diseño gráfico, que realiza bajo su otro suedónimo ISO50, en la que la imagen es igual de importante que el sonido.

Me dejo mucho en el tintero, lo sé, pero voy por el enésimo replay, seguramente venga pronto a revisar esto, de momento os dejo el billete –cortesía de Bandcamp– a donde queráis…